Embotellamiento de vino

El embotellamiento del vino es el último paso del proceso de producción, pero también es un paso de vital importancia, especialmente en lo que respecta a la filtración. 

Las cepas de levadura que se usan en la fermentación del vino generalmente son Saccharomyces cerevisiae o Saccharomyces bayanus.

Las células de levadura en los vinos embotellados que contienen azúcar residual pueden volver a fermentar, lo que produce opacidad, sedimentos, y un aroma y sabor a levadura. Los vinos embotellados que contienen una cantidad suficiente de azúcar residual incluso pueden explotar si vuelve a producirse la fermentación.

El proceso de embotellado del vino es extenso, y se necesita experiencia para preservar la longevidad del producto. La implementación de un programa de embotellamiento de vino bien diseñado que incluya prefiltración y filtración final garantizará que su marca esté protegida y que la calidad de su producto sea constante. También puede ayudarle a evitar el riesgo y las potenciales pérdidas significativas asociadas con el retiro de un producto del mercado.

Antes del embotellado del vino, el procesamiento típico de una bodega en el sector upstream incluye la filtración de flujo tangencial o alguna combinación de filtración con DE (tierra de diatomeas) y filtración con placas. Asimismo, el vino puede haberse sometido a una estabilización química o estabilización en frío (estabilización tartárica). En este punto, el vino debe estar libre de partículas y ser traslúcido a la vista (turbidez de < 1 NTU) con un índice de filtrabilidad inferior a 30.

Después de la filtración aguas arriba en la bodega, el tiempo de almacenamiento antes del embotellamiento final debe ser lo más breve posible a fin de evitar la contaminación y los cambios en las propiedades del vino (oxidación, precipitación) y evitar el crecimiento de microorganismos. Lo ideal sería que la filtración en la bodega se realizara no más de 3 días antes de la filtración final y el embotellamiento.